domingo, septiembre 24, 2006

Una inmenza tristeza

Hace unos días vi la noticia de la defunción de una persona que conocía, pero que no era mi amigo.
Se trataba de alguien mayor, que a pesar de la edad o precisamente por ella, lucía maneras suaves, fruto de una buena educación a la antigua. El pertenecer a una de las familias tradicionales de la localidad y que varias calles de la ciudad llevaran los nombres de algunos de sus antepasados, lo hacían sentirse realmente orgulloso.
He sabido que tenía excelentes relaciones con su anciana madre y que además, la visitaba casi todos los días. Según me he enterado, compartían una afición muy singular. Conocían mucha información relacionada con medicamentos, especialmente de aquellos fármacos que se utilizan para el tratamiento de las enfermedades cardio vasculares. En realidad, madre e hijo, estaban al día con las últimas noticias sobre la materia, pero nunca hicieron alarde de esa sabiduría.
Sin embargo, lo que verdaderamente me apena en estos momentos, es el dolor que debe padecer esa anciana señora, por la pérdida del hijo afectuoso, pues salvando las distancias, yo conozco esa situación. No puedo dejar de recordar la inmensa tristeza que se instaló en mi abuela, como consecuencia de la muerte de mi padre hace ya muchos años.

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