Los gatos, son felinos que por esas situaciones que siempre se dan, han sido catalogados como animales domésticos. Creo que se trata de una equivocación, pero no soy la persona llamada a corregirla.Tengo la impresión de que son poco sociables. Nunca he podido establecer una relación amical con un gato, pero si me ha sido posible encariñarme con algunos perros. Los gatos que he conocido han sido casi siempre, distantes e independientes , a veces solitarios y cansados sobrevivientes de tormentosas escenas de amor.
Vaya uno a saber por qué razones, estos aninalitos del Señor, deciden adoptar a una familia de humanos y cuando toman esa decisión, de la manera más natural, se introducen en sus vidas y ocupan el lugar que creen les corresponde. Cuando se cansan de vivir en ese hogar, desaparecen con la misma misteriosa elegancia , que utilizaron al momento de instalarse.
He escrito todo esto, después de haber visto una nota en El Nuevo Herald, acerca de un gato llamado Oscar, que vive en un centro de rehabilitación de ancianos, que supongo está ubicado en Providence o en algún lugar de Nueva Inglaterra.
El hecho es que el buen Oscar, participa de las visitas que los médicos y enfermeras realizan a los pacientes del centro de rehabilitación . Según la nota, escucha con atención los comentarios y se permite oler a los pacientes.
Hay testimonios médicos que aseguran que Oscar presiente cuando una de las personas internada en centro, va a morir. En esos casos se coloca al lado del paciente y permanece ahí, durante las últimas horas del enfermo, hasta que éste, muere.
Hay más de 25 casos debidamente documentados sobre esta experiencia, pero yo les aseguro que no me gustaría vivir una situación parecida y no estoy dispuesto a compartir mis momentos finales con el gato Oscar.
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