Si algunas personas no tenían idea, sobre la forma en que las autoridades del gobierno del Perú, tratarían de resolver los problemas sociales existentes; ahora ya deben tener el panorama claro, después de lo ocurrido la última semana.
Los hechos se han encargado de despejar las incertidumbres, y ya se sabe, cual es el comportamiento que se ha adoptado, por lo menos desde el lado de las autoridades.
Más que el camino del diálogo se ha escogido el de la confrontación. Mano dura y autoritarismo por todas partes, es el nuevo rostro que el gobierno exhibe sin pudor, ante una ciudadanía desconcertada y confusa.
No tiene sentido, que el primer magistrado de la nación, acuse de " comechados" a los líderes de una protesta que recorre el país y que constituye la primera prueba de fuego que soporta el gobierno. El presidente de la república, es el presidente de todos los peruanos, y su labor en estas circunstancias, es tratar de encontrar puntos de coincidencia y concertación, que permitan superar los desencuentros que estamos viviendo y de esa manera empezar a solucionar los inconvenientes que se han presentado.
Los reclamos no son para fastidiar a las autoridades, sino que expresan los anhelos de la población, que desea una mayor participación en las decisiones que afectan su futuro y una mejor atención de quienes están en la capacidad y tienen la obligación de resolver los problemas de naturaleza social que los afectan. Las amenazas e intimidaciones puede que den resultado a corto plazo, pero con seguridad, no son las respuestas que necesitamos para poder enfrentar con serenidad y optimismo la construcción de un país digno y libre que sea el orgullo de todos los peruanos.
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