Con sorpresa mayúscula y un coraje que no puedo disimular, he leído en La Tercera, que el juez chileno Orlando Alvarez encargado de ver la causa de Fujimori, ha rechazado la solicitud de extradición del prófugo ex presidente del Perú.
Sus razones habrá tenido el magistrado Alvarez para emitir ese escandaloso fallo. Es lamentable que eso haya ocurrido, pues el mal ejemplo sirve para consagrar la impunidad de los que delinquen al amparo del poder. El fallo sobre Fujimori, avergüenza no sólo al juez que lo emitió, sino que alcanza a la corporación a la que pertenece.
Es muy difícil de entender, como alguien que debe de haber estudiado con detenimiento y serenidad las acusaciones contra el ex presidente, que incluyen delitos comunes y también gruesos crímenes de lesa humanidad, haya emitido un fallo tan inesperado como bochornoso que con seguridad va a causar indignación y rechazo en todas partes.
Yo no soy jurista y no voy a discutir los tecnicismos legales del señor Alvarez, pero debo confesar mi indignación, por la ceguera expresada por el juez, al momento de emitir su sentencia.
No es posible que no haya visto indicios de delitos tan grandes como catedrales, salvo que no hubiera actuado con la atención debida o con la serenidad necesaria. Creo que se requieren más explicaciones y quedamos a la espera de que éstas se produzcan. Después de todo el juez no ha estado jugando a la gallinita ciega.
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