Entiendo que muchas personas tengan sus razones para no guardar su dinero en
los bancos. Algunas malas experiencias en todo el mundo, deben haber contribuido a esa costumbre.
Sin embargo, lo que le ha ocurrido a la señora Felisa Miceli ministra de economía en Argentina desde fines del 2005, supera las hipótesis más imaginativas.
El lunes 4 de junio, agentes de seguridad pertenecientes a la policía bonarense, en una operación de rutina, en busca de explosivos en en el ministerio de economía, llegaron al despacho de la señora ministra y en su baño privado, en la parte superior de un armario pequeño, encontraron un sobre de color marrón, que según algunos contenía un cuarto de millón de dólares y según otros, sólo U$60,000.
La verdad es que no importa el monto de la suma encontrada. Las explicaciones que ha ofrecido a la prensa, la señora ministra sobre el origen y aparente destino de esos fondos, no convencen a nadie. Que la ministra de economía guarde una suma de dinero tan importante, sin ninguna seguridad, en el sitio más inverosímil de su oficina, es una falta de responsabilidad que debe haber preocupado no sólo a las autoridades gubernamentales, sino a la ciudadanía en general. Aunque se están realizando las investigaciones pertinentes sobre el origen del dinero encontrado, creo que si yo estuviera en su lugar ya habría renunciado.