Hace pocos días escribí sobre el extraño caso de la señora Felisa Miceli ministra de economía del gobierno argentino. El escándalo era de proporciones. Agentes de seguridad habían encontrado una pequeña fortuna ( aproximadamente US$ 100,000.00) en un armario ubicado en el baño privado del despacho ministerial, mientras realizaban una inspección de rutina en busca de explosivos.
La ministra ofreció explicaciones tan ingenuas sobre el origen de los dineros encontrados que nadie las aceptó ni en Argentina, ni en otros países en que se ha comentado con amplitud esa noticia. El apoyo que la señora ministra recibió del propio presidente de la república, ha resultado insuficiente para que pueda permanecer en el cargo.
La verdad es que cuando uno enfrenta situaciones de esa naturaleza y las explicaciones sobre el tema, no ofrecen la solidez requerida, no queda otro camino que el de la renuncia irrevocable, inmediata e impostergable.
Recién hoy la señora Felisa Miceli ha adoptado la decisión de renunciar, en vista que su caso se ha vuelto inmanejable y ha adquirido connotaciones de tipo judicial. De inmediato el gobierno ha aceptado la renuncia y nombrado a sucesor.
Como dije en mi primera nota, si yo hubiera sido la persona que tenía el problema con toda seguridad habría renunciado de inmediato.