Un hombre enamorado es capaz de hacer locura y media por la mujer amada. No es la excepción, frecuentemente ocurre. Siempre han habido románticos y en el futuro, estamos seguros que seguirán existiendo ese tipo de personas.
Sin embargo, el señor Paul Wolfowitz, cuestionado presidente del Banco Mundial, a pesar de tener una novia, no encajaba en el perfil psicológico de hombre enamorado. En realidad, resultaba muy difícil de creer que un frío planificador de la guerra en Irak, tuviese un comportamiento de esa naturaleza.
Por eso , me pareció que adoptaba una actitud coherente cuando se informó, que a pesar de todas las críticas, Wolfowitz, no pensaba renunciar al Banco Mundial y cuando parecía no tener ninguna salida para resolver sus problemas y todo estaba dicho, le echó la culpa a los asesores, porque lo habían aconsejado mal. El hombre duro actuaba de acuerdo con su imagen.
Pero, había algo que no encajaba. Los medios informaban que Wolfowitz, había implorado ante el ante el Consejo Directivo del Banco, que le permitieran continuar en la institución. Después de muchas negociaciones, había logrado que se le acepte su renuncia a partir del 30 de junio del presente año.
Pero lo que nosotros no sabíamos, es que el contrato suscrito por Wolfowitz con el Banco el 1 de Junio del 2005, tenía una cláusula que señalaba que si no permanecía más de dos años en el cargo, perdería los beneficios de una jugosa indemnización que puede alcanzar fácilmente, una cifra superior al millón de dólares.
Por lo que vemos Wolfowitz, ya hizo su negocio y en buen romance se le podría aplicar a él, la vieja sentencia, : no era el amor al chancho, sino a los chicharrones.