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martes, septiembre 11, 2007

Nadie tiene derecho

Qué terrible agonía deben haber vivido los familiares de los 11 diputados regionales colombianos que fueron secuestrados por las FARC y muertos en circunstancias en que se había producido una ofensiva de las fuerzas armadas colombianas.
Los secuestradores aluden de que los diputados cayeron víctimas del fuego cruzado entre la guerrilla y las fuerzas militares.
El gobierno colombiano señala que los secuestradores los mataron.
El Comité Internacional de la Cruz Roja que logró la recuperación de los cadáveres, ha informado que todas los diputados fueron muertos como consecuencia de heridas de bala e inclusive disparos a quema ropa.
Independientemente de quién haya sido el causante y responsable de las muertes, uno no puede permanecer indiferente ante esos hechos.
No estoy de acuerdo con los secuestros, y no es la primera vez que lo digo.Varias veces me he referido a ese tema. Condeno los plagios efectuados por delicuentes comunes que sólo persiguen un beneficio económico, y también los realizados por pretendidas cuestiones de carácter político. Nadie tiene derecho a secuestrar, ni a torturar, ni a matar, ni a desaparecer a la gente.
Nadie tiene derecho a privar de su libertad a nadie.

viernes, agosto 31, 2007

Cómo permanecer callado ante tanto espanto

En todas partes la gente sufre por diversos motivos.
Puede ser en Irak, en Afganistan, en Palestina o en el Líbano, o en cualquier lugar en que la guerra se ha impuesto, con sus secuelas de dolor y muerte que no cesan.
Pero lo que está ocurriendo aquí nomás, al norte del lugar donde vivo, es algo que no se puede entender y que resulta más difícil de explicar todavía. La guerra que en Colombia parece durar toda la vida, se alimenta de violencia y violencia y nada la detiene.
Qué cosa tan horrible la agonía que deben estar viviendo los familiares de los 11 diputados regionales, asesinados en circunstancias aún no debidamente esclarecidas y cuyos cadáveres les habían ofrecido entregar el día de hoy, y que según parece no los han recibido todavía; a pesar de los afanes y gestiones del Comité Internacional de la Cruz Roja.
Cómo permanecer indeferente ante tanto dolor y tanta pena. Cómo decirle a los que esperan enterrar a sus muertos que estamos con ellos, más allá de las palabras y que nos conmueve la pérdida de sus seres queridos.
Cómo quedarse callado ante el espanto. Cómo hacer para que la rabia, no nos salga por los ojos. Cómo hacer para evitar tanta matanza.